jueves, 21 de abril de 2011

ESPAÑA 2-0 IRLANDA 27/04/1983 (Fase de Clasificación Euro´84)

De Seleccion Española Futbol
Arconada , San Jossé , Maceda , Bonet , Gordillo , Camacho.
Carrasco , Victor , Santillana , Señor , Marcos Alonso.

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Los goles de Santillana y Rincón taparon las múltiples fallas de la selección española

El triunfo ante Irlanda coloca a la selección de Miguel Muñoz en el primer puesto del grupo VIl

J. GARCIA CANDAU, - Zaragoza - 28/04/1983


ENVIADO ESPECIAL . España venció a Irlanda y dió un paso importante de cara a la clasificación para la fase final de la Eurocopa de Naciones, pero en el aspecto técnico no avanzó gran cosa. España e Irlanda hicieron un primer tiempo cercano a la antítesis de lo que debe ser el fútbol. Los goles de la segunda mitad sirvieron para conseguir el triunfo y tapar las múltiples fallas del equipo español. Mientras Gallego y Rincón mostraron sus posibilidades para adquirir la titularidad, Juan José, Bonet y Víctor mostraron una evidente incapacidad para formar parte de una selección que aspira a recuperar el prestigio perdido en el Mundial.

Correr la banda y rifar la pelota entre quienes se encuentran dentro del área supone perder el 50% de las posibilidades de re matar. Entrar como Juan José para no poner remate a la jugada es un ejercicio inútil. Jugar como Marcos, a ser korrikolari, es trotar sin que a uno le homologuen las marcas. Poseer la pelota durante el mayor tiempo posible e hacer serias oposiones al triunfo pero siempre y cuando la bola se maneje con sentido de la profundidad. Sucedió ayer en La Romareda que los únicos cambios de juego largos y profundos fueron durante el primer tiempo los de Maceda. Luego, Gallego intentó lo mismo. Ocurrió que Se ñor no empuñó la batuta en ningún momento y se supone que para eso salió en el equipo desde el comienzo.

El chico de Marquitos es un caso singular. Corre a velocidad de vértigo de un lado a otro pero se precipita siempre y no remata una sola jugada. Lo mejor que hizo durante el partido fue caracolear para complacencia de la galería y empecinarse a continuación en los pases imposibles

El equipo español tuvo al comienzo menos preocupaciones defensivas de las esperadas porque los irlandeses no sólo dejaron solos delante a Stampleton y Walsh, sino que además se encerraron atrás como si únicamente les importara la igualada. Irlanda se limitó al marcaje por zonas y no persiguió a los extremos españoles, que intercambiaron su posición continuamente.

Durante el primer período hubo más fricciones antideportivas que jugadas bien concebidas. Juan José, Bonet y Víctor sostuvieron guerras probadas en las que se demostró aquello que donde las dan las toman. El árbitro en esos lances se limitó a amonestar verbalmente. El árbitro, que era tan consentidor como el propietario del famoso cipote de Archidona, se limitó a mirar y no ver cuando a Santillana le agarraron dentro del área con insistencia.

Del nada entre dos platos del primer período se pasó a un comienzo fulgurante del segundo. Contribuyó a mejorar el tempo del juego la salida de Gallego, que suplió al tosco Víctor, al que en su casa no se le pudo ver más que buena voluntad. Gallego se estrenó con un trallazo impresionante y con el centro que posibilitó el primer gol. Gallego impuso otra fórmula. Se colocó adecuadamente en los momentos defensivos y manejó la pelota con pulcritud.

Cuando a los irlandeses les entraron las prisas comenzó a funcionar con más peligrosidad el contragolpe español. Gordillo hizo notar su presencia por la zona izquierda y Santillana, además de estar en el centro de la olla, cuando retrasó su posición, se mostró más técnico que nunca. Santillana, que ha recuperado la forma, con los años ha adquirido, como los buenos vinos, mejor bouquet. Santillana fue de principio a fin uno de los mejores. Le faltó para redondear su actuación mayores oportunidades en el remate de cabeza, pero ello fue imposible porque, faltó que le templaran los envíos. Juan José, que fue quien más probó suerte, pero no acertó.

Los alentadores minutos iniciales del segundo período pasaron a convertirse en instantes de inquietud por dos veces, pero Arconada afortundamente puso el sello de la casa y no ocurrió nada. El debú de Rincón sirvió para que mostrara su espíritu de lucha y su intuición para estar donde el fútbol se define.


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ISLANDIA 1-2 ESPAÑA 12/06/1985 (Fase clasificación Mundial 1986)

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Sólo el coraje salvó a la selección española en Islandia

Fase previa del Mundial 86 de fútbol

JUAN JOSÉ FERNÁNDEZ - Reikiavik - 13/06/1985

ENVIADO ESPECIAL España ganó con enormes apuros a Islandia uno de sus partidos decisivos para asegurar su presencia en la fase final del Mundial de México de 1986. Estuvo al borde del abismo o en el mismísimo abismo de la eliminación en una primera parte muy mala, pero reaccionó, al fin, después de tres encuentros sin marcar, en la continuación. Al principio, tras unos minutos desbordada, dominó tan inútilmente que permitió el gol de Islandia. Después, ya a la desesperada, la selección sacó el coraje necesario para completar la técnica de un equipo teóricamente superior y, aunque volvió a estar agobiada al final, México está ya muy cerca.

España, a igualdad de puntos, seis, con Escocia y Gales, a los que les falta enfrentarse en terreno galés el 10 de septiembre, recibirá a Islandia en Sevilla, en el campo del Betis, el 24 de septiembre. Sólo un triunfo escocés, que aventaja a España en la diferencia de goles (cuatro), obligaría a una goleada española estilo Malta para lograr el primer puesto del grupo. En caso de no conseguirlo, habría que ir a la repesca y enfrentarse al campeón del grupo de Israel, Nueva Zelanda, Australia y Taiwan.

El primer tiempo español fue el ejemplo de su propia impotencia. ¿De qué sirve dominar si se mueven el balón y los hombres tan lentamente que se le deja al rival maniobrar con tiempo para defenderse sin apuros y hasta para cortar un balón de gol en contraataque? España tuvo que recibir el tanto para jugar con rabia frente a un contrario evidentemente inferior, pero al que no se le podía jugar cómodamente. El problema de la selección seguía siendo el mismo. Viéndose presionada por equipos potentes, como Escocia o Gales, no supo salir de la situación, siempre encogida, y acabó perdiendo, incluso por goleada. Anoche, con un rival peor, tampoco sacó fruto de su superioridad porque no todos son Malta. Y en el fútbol de hoy el éxito también es para el que lo trabaja. El toquecito corto no sirve de nada si no se acompaña de coraje. En la primera parte resultó que la furia española era un recuerdo. España seguía practicando un fútbol tan técnico que sólo servía para entretener, no para ganar.

Islandia se redujo a llevar peligro por la izquierda en los primeros minutos con las subidas del defensa Gudlaugson y los saques de banda de Torfason. Pero un contraataque, al cuarto de hora, permitió ya un gran tiro alto de Edvalson. El centro de campo español tardó en asentarse y sólo hubo una jugada ligada y rápida, que acabó con un remate de Gallego rebotado en un defensa. Dentro del nuevo desastre artillero hispano, el único peligro lo llevó Marcos, que sí entendió, desde su posición de media punta, lo que debía hacerse, con movilidad y soltando deprisa el balón. Rincón volvió a ser una nulidad y por eso hizo bien Muñoz en meter al salvador Sarabia tras el descanso. Santillana puso más voluntad que acierto, pero mantuvo el tipo.

El juego español, dentro de su dominio, por su lentitud, se redujo casi a los centros largos de Maceda y Goikoetxea desde el círculo central, que lo único que permitieron fue el mejor choque de los fornidos islandeses al intentar controlar el balón cualquier jugador español. Sólo el propio Maceda, al saque de una falta, ya con España enrabietada tras el gol, pudo marcar.

España, en la segunda parte, con todo perdido y sin haber sacado fruto de su despertar anterior en el último cuarto de hora, mantuvo, al menos, el ritmo y se dejó la piel en el campo. Al fin se dio cuenta de lo que se jugaba. Volvió a haber fallos- de compenetración en el medio campo, donde siguió faltando un mayor eje motor, que Gallego no acaba de ser, pero se sufrió con coraje. Sarabia puso la primera guinda de su clase y Marcos, en justo premio a su brega positiva, la segunda. Fue lo lógico.

Pero había sido necesario cambiar el rumbo. No se podía seguir jugando un partido de salón frente a un segunda división, correoso y algunas veces hasta hábil y peli groso. Buena prueba de ello fue que España, tras marcar el segundo gol, volvió a bajar la guardia y Thordanson, a los 27 minutos, pudo volver a poner en peligro todo. Escocia y Gales se acordarán de ese balón a las nubes lanzado desde la misma raya del área pequeña. Santillana pudo Violver a marcar de nuevo, pero Sigurson lo impidió con su estirada cuando había fallado estrepitosamente an tes en un despeje que no aprove chó el ariete madridista. La presión islandesa, sin embargo, que obligó incluso antes a Gallego a sacar un balón que ya remataba Margenson, fue ya constante hasta el final y, en parte, con el peligroso consentimiento y conformismo español. La sombra de que se podía estropear la difícil renta anterior planeó por el estadio.


El árbitro, culpable del agobio español, según Miguel Muñoz

J. J. F. - Reikiavik - 13/06/1985

"Se ha sufrido mucho, pero en la segunda parte les hemos superado en todas sus líneas". Miguel Muñoz parecía contento por el resultado, pero no podía ocultar los apuros pasados. Incluso se permitió hacer hincapié en que la victoria debió ser más abultada. Tanto él como los jugadores señalaron que el árbitro, "muy mal", permitió a los islandeses sacar más provecho de su actuación. Si no les hubiera permitido tanta dureza, el equipo espaftol, según el seleccionador, no habría estado tan agobiado al final.Muñoz, que salió repetidas veces del banquillo, añadió que lo hizo especialmente tras marcar los islandeses su gol porque vio muy desconcertado al equipo. Sustituyó a Rincón por Sarabia, pues se dio,cuenta, al fin, de que no podía jugar con dos hombres poco técnicos y que sacaría provecho con el bilbaíno y Marcos, que se mostró muy habilidoso.

Al viento, que sopló en algunos momentos en rachas de 30 kilómetros por hora, le achacó gran parte de los problemas españoles para profundizar. Pese a las quejas de Muñoz, el viento, que la selección española tuvo a su favor en la segunda parte, fue uÍn factor influyente en grado extremo para su victoria.

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ESPAÑA 2-0 URSS 22/01/1986

De NO SOMOS LA ROJA SOMOS ESPAÑA
Francisco , Julio Alberto , Goicoechea , Michel , Zubizarreta , Maceda.
Calderé , Tomás , Victor Muoz ,Julio Salinas y Butragueño.


De NO SOMOS LA ROJA SOMOS ESPAÑA


España gana a la URSS con un fútbol alegre

El juego mejoró en la segunda parte con la inclusión de Setién

ALFREDO RELAÑO, - Las Palmas - 23/01/1986


ENVIADO ESPECIAL España ganó a la URSS con un fútbol alegre, en especial en la segunda parte, en la que la inclusión de Setién y cierto descuido defensivo de los soviéticos facilitó un fútbol más vistoso en el ataque. Muñoz hizo debutar a Julio Salinas y a Chendo, que pasaron bien la prueba. Este encuentro fue quizá el más prometedor de los que ha realizado la selección en su fase de preparación para México. Las piezas nuevas comienzan a encajarse.

Después de las últimas pruebas, Miguel Muñoz parece irse definiendo por un equipo que, probablemente, es el que jugó en el primer tiempo de ayer. Desde la clasificación para el Mundial ha quedado claro que lo que a Miguel Muñoz más le preocupa es componer una nueva línea media que no esté a expensas de los altibajos de Gallego y de las correrías de Gordillo. La que ayer jugó, con Michel, Víctor, Francisco y Calderé, que se sitúan en el campo de derecha a izquierda, parece convencerle. El funcionamiento del equipo y de este eje principal fue aceptable.

La actuación del equipo estuvo además condicionada en esta primera parte por una mala colocación en el campo, que se traducía en la permanente soledad del lateral izquierdo soviético Demianenko. Los soviéticos tenían un hombre más en la media y eso se traducía en que por su banda izquierda siempre le tomaran a Michel en 2-1. Según fue avanzando el encuentro, los propios jugadores trataron de corregir el defecto, bien acudiendo Víctor en socorro de Michel, aún a costa de abrir un claro en el centro, bien con largas diagonales de Butragueño hasta esa zona.

Julio Salinas era la novedad del partido. Jugó con seguridad y aplomo, se desenvolvió bien con el balón y aguantó con dignidad las difíciles condiciones a que le sometía el aislamiento. Es un jugador lento de arrancada, pero que gana velocidad cuando lleva unos metros en carrera. No se mostró inferior al resto.

El segundo tiempo se encaró con dos cambios: Chendo, segundo debutante de la noche, entró por Tomás, y Setién lo hizo por Francisco. Eso confirma que el sevillista corre el peligro de perder la preferencia de Muñoz si no resuelve sus problemas de confianza en sí mismo con tiempo suficiente como para erigirse en el conductor de juego de aquí al Mundial.

La serenidad de un hombre siempre bien colocado en el centro del campo y siempre escogiendo la mejor de las opciones es lo que hasta ahora se está echando en falta en el nuevo equipo de Muñoz, que por contra sí muestra como virtud destacada una cierta alegría en su juego. De esa alegría participó anoche Butragueño, que parece estar recobrando la espontaneidad y que realizó acciones propias de sus mejores días.

El fútbol de la segunda mitad fue más bonito. Los soviéticos introdujeron varios cambios y con ello trataron de darle al equipo un carácter más ofensivo. Con eso descuidaron algo los marcajes y cometieron el error de separar demasiado su línea media de la defensa. En esa zona clara apareció Setién, que hizo cosas muy buenas durante media hora. Con eso, con las apariciones de Butragueño y con el buen tono general de todos, España mejoró bastante y a ratos llegó a divertir mucho al público.

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ESPAÑA 1-1 HOLANDA 21/01/1987

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Holanda neutralizó a España con facilidad

Gullit adelantó a los visitantes en la primera parte y Calderé consiguió el empate

EMILIO PÉREZ DE ROZAS - Barcelona - 22/01/1987

Holanda, en una auténtica demostración de preparación física, técnica y táctica, arrancó anoche un valioso y meritorio empate del Camp Nou donde, a juzgar por la escasa respuesta del público, la selección española no volverá a jugar, al menos, en los próximos diez años. Los holandeses, pese a las ausencias de jugadores tan importantes como Van Basten o Bosman, controló siempre el partido, mantuvo la posesión del balón durante gran parte de los 90 minutos, se adelantó en el marcador mediada la primera parte, gracias a un testarazo de Gullit, y supo controlar la embestida de la selección española en la primera media hora del segundo tiempo. España nunca encontró la manera de romper la disciplina orange.Miguel Muñoz decía que le importaba casi más el resultado que el juego desplegado por su equipo. Frente a Holanda, España no consiguió ni una cosa ni otra. El general, como llaman los holandeses a Rinus Michels, maniató a los españoles con un ejército de muchachos muy bien adiestrados. Perfectamente colocados en el campo -con un soberbio Rykaard actuando de enlace entre defensa y centro; y un habilidoso Gullit arrastrando al tándem Arteche / Goiko hasta el centro del campo y permitiendo la maniobrabilidad por las bandas de Van der Gyp y Vant Schip-, manteniendo la posesión del balón con habilidad, triangulando perfectamente y no forzando la jugada más de lo necesario, Holanda jugó sus cartas con sabiduría. No querían impresionar, simplemente demostrar que están en el buen camino, en la preparación de un futuro mejor.

Cuentan que, en el último entrenamiento, Michels obligó a sus jugadores a pasarse más de una hora triangulando con el balón, no perdiendo su posesión y actuando con gran movilidad. Cuando uno de sus titulares miraba la jugada, Michels le gritaba enfadado: "¡Qué pasa! parece usted periodista, no quiero que mire la jugada, quiero que participe". Lo cierto es que los holandeses no estuvieron quietos en el campo ni un momento. Los españoles, que también corrieron lo suyo, lo hicieron sin demasiado sentido, sobre todo durante la primera parte cuando sólo presionó una parte del equipo, lo que facilitó el movimiento de balón de los orange.

Cuando controlaban el balón, que fue durante muchas fases del partido, los holandeses se iban acercando poco a poco, pase a pase, al campo rival. Si veían que no podían entrar por un lado, cambiaban el esférico de lado y volvían a empezar por el otro. De lo contrario, pasaban al portero y empezaban de nuevo. España, que en el segundo tiempo presionó más para incomodar a los holandeses, iba así a remolque de su rival. Si a todo ello añadimos que el cerebro español, Michel, no tuvo su noche, se entenderá que España careciera de ideas ofensivas. Si no funciona Michel, difícilmente funcionará Butragueño. Y anoche si no funcionaba Butragueño no había ataque.

Lo que sí volvió a funcionar fue la furia, el empuje, las ganas y, por supuesto, la flor de Muñoz, pues el cabezazo de Calderé se le escapó al portero holandés. España salió tras el descanso con la misión de incordiar más, presionar en bloque e intentar que los holandeses perdieran más balones. Lo consiguieron y, aunque no crearon claras ocasiones, sí propiciaron lo único que podía neutralizar la derrota: una genialidad. Fue Gordillo quien sorteó a cuantos holandeses le salieron al paso, centró con precisión y Calderé, que volvía al equipo, se lanzó en plancha para cabecear a la red. Era el empate que premiaba la organización, disciplina y juventud de los herederos de la naranja mecánica y permitía seguir trabajando con tranquilidad a Muñoz que, pese a no lograr ninguno de sus objetivos, sí habrá sacado una clara conclusión: hay que jugar en Sevilla.


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